domingo, 26 de enero de 2014

# Estoy en guerra conmigo mismo.


    No eres esa chica que conocí en aquella workshop. Esa chica que me tenía pegado a la pantalla del teléfono, el mismo teléfono y la misma pantalla que se me caía en la cara después de hablar horas y horas sin parar, de mil cosas interesantes, de mil sueños, pero quizás sólo sean eso, sueños que creímos que íbamos a realizar, sueños que nos alimentaban apartándonos de la realidad. Fuera de todo eso también hablábamos de forma fluida, de como nos había ido el día, pero poco a poco esa llama se fue apagando, apagando hasta tal punto de que no hay, no existe tal llama, pero nuestra labor es reavivarla.

    Ahora nuestras conversaciones son de tira y afloja, la ley del más fuerte, a ver quien es el que se rinde antes y lo dice, o simplemente se va. Tú pasas de mí por ese tipo de conversaciones y yo hago lo mismo, paso de ti, no tengo ilusión de hablar contigo, esa ilusión de levantarme cada mañana y darte los mejores buenos días, de que llegue la noche y preguntarte como te ha ido el día y escuchar tu respuesta con entusiasmo. He llegado a tal punto que no tengo interés alguno. Mi único interés ahora mismo es salir a la calle y entrenar, evadirme de todo. Entrenar y llegar a casa para el arrastre, cenar, asearme y dormir. Es el único interés que tengo ahora mismo, salir de clase para salir a entrenar.

    Lo siento, de verás, son palabras muy duras, pero es totalmente cierto. Sabes que te quiero como a nadie y que quiero que ésto salga bien, pero hasta que no lo hablemos, no habrá solución. Y si tú me quieres, demuéstramelo, no lucharás en vano.

Paz interior bruta.

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